Terapia en adicciones

La adicción a diferentes sustancias (alcohol, cannabis, cocaína…) y las llamadas “adicciones no químicas” (internet, trabajo, juego…) son un problema que afecta profundamente al desarrollo y funcionamiento tanto de la persona que lo padece como de la familia a la que pertenece. Los cambios de ánimo, la irritabilidad, los gastos económicos, la alteración en el desempeño personal, familiar, social y laboral, etc. generan un sinfín de malestares que pueden llegar incluso a destruir a la persona y su entorno.

Adicción a sustancias

La adicción a sustancias es una enfermedad progresiva y crónica en la que pueden intervenir factores genéticos, psicosociales y ambientales que influyen en su desarrollo y manifestaciones.

Drogas como el alcohol, el cannabis o la cocaína, ya instaladas en nuestra sociedad,  se van uniendo otras sustancias, “de síntesis” (speed, ketamina, MDMA, krokodile, popper, GHB…). La edad, el género o la pertenencia sociocultural son factores que hay que tener en cuenta a la hora de elaborar unos objetivos personalizados de tratamiento.

El trabajo con el individuo, su familia y las personas de su entorno es fundamental para superar dicha adicción. Al incluir a la familia en la terapia contamos con una inestimable ayuda que nos permite abordar los problemas tanto individuales como familiares desde una perspectiva más completa, lo que facilita la solución de esta situación. Las sesiones de terapia se convierten también en un espacio donde abordar los diferentes conflictos que aquejan a la familia y que, directa o indirectamente, tienen influencia sobre el motivo original de consulta que es la adicción.

Nuestro modo de trabajo incluye una primera fase de desintoxicación, seguida de la fase de deshabituación en la cual trabajamos tanto de manera individual y familiar como grupal. Así, todos los miembros de la familia implicados en la terapia conocerán mejor esta enfermedad, lo que les permitirá afrontar las diferentes etapas y factores de riesgo por los que atravesarán en el proceso terapéutico para una completa recuperación. Asimismo, tratamos los posibles trastornos de salud mental que puedan estar influyendo en la aparición y/o mantenimiento de la adicción.

La recogida de muestras de orina semanales, una o dos según la sustancia, es otra herramienta de gran valor a la hora de evaluar la abstinencia del paciente.

Este proceso terapéutico incluye también, en caso necesario, la prescripción de fármacos, tanto en la fase de desintoxicación como en la posterior deshabituación. Dada nuestra experiencia en el campo de las adicciones, conocemos la importancia de atender también esta faceta del tratamiento y cómo facilita y acorta la recuperación.

Adicciones no químicas

Cada vez hay más personas que son conscientes del uso abusivo que hacen del móvil, internet, compras, relación con el trabajo o el juego, el trabajo, Estas adicciones también producen un profundo sufrimiento en la persona que las padece y en su entorno.

Estas dependencias suponen un abuso del uso cotidiano de las nuevas tecnologías o de algo tan habitual como hacer unas compras, tan rutinario como lo laboral y tan corriente como usar el móvil.

La diferencia de estas dependencias con respecto a las químicas radica en el abuso de una conducta corriente, usual y no tóxica. Por tanto, el tratamiento cambia en el mismo momento en que es imposible suprimirlas para siempre, como en el caso de las sustancias adictivas, sino que la persona tiene que realizar un verdadero esfuerzo para aprender a controlar algo que es inevitable realizar en su justa medida.

El llamado Sindrome FoMo (Fear of Missing Out, o miedo a perderse algo – exclusión en la red), el Sindrome de la vibración fantasma (chequeo constante del WhatsApp) o la proliferación de las páginas de apuestas que invisibilizan la ludopatía, son alguno de los ejemplos.

En ocasiones, al no provocar unas consecuencias tan evidentes sobre la salud física como ocurre con las adicciones químicas, se les resta importancia por parte de la persona que las padece o su entorno. Sin embargo, estas conductas abusivas resultan más alarmantes cada día porque comienzan a darse en edades muy tempranas y porque afectan a un número cada vez mayor de personas.

Estas dependencias no están estigmatizadas hacia un solo colectivo, pero sí llegan a suponer una marginación del entorno social y cierta invalidez a la hora de enfrentarse a desafíos cotidianos: buscar pareja, amistades, sexo…

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