Tratamientos

TRATAMIENTOS

Psicoterapia Individual

A lo largo de nuestra vida, nos vemos expuestos a situaciones que no siempre podemos o sabemos afrontar de un modo efectivo. Los duelos por pérdidas, el estrés, las dificultades a la hora de relacionarnos con otras personas, etc., pueden suponer pruebas para nuestra estabilidad emocional  y quizá necesitemos ayuda para hallar una manera satisfactoria de continuar.

Arrastrar vivencias dolorosas o traumáticas que pueden estar interfiriendo en la manera de relacionarse o son fuente de infelicidad interior. Para todos ellos, la psicoterapia puede ser una ayuda a la hora de buscar una solución y lograr ese equilibrio deseado.

El tratamiento psicológico va orientado a determinar y concretar el problema y los posibles factores individuales o ambientales que pueden estar interviniendo en su origen y mantenimiento. La redefinición del problema y, si procede, la elaboración de un diagnóstico, permiten la elaboración de un plan de intervención que amplíe el conocimiento de lo que sucede y aporte nuevas estrategias para la adaptación, reducción o eliminación del problema.

Los terapeutas de Mapa Sistémico tenemos una amplia experiencia en el tratamiento de

  • Trastorno de ansiedad: crisis de angustia, agorafobia, fobia social…
    • Trastornos obsesivos
    • Dismorfofobia, hipocondría, trastornos por somatización
    • Problemas interpersonales: dependencia emocional, habilidades sociales, asertividad, autoestima…
    • Trastornos del ánimo: depresión, trastorno bipolar
    • Trastornos sexuales
    • Trastornos del sueño
    • Otras enfermedades mentales: esquizofrenia, psicosis de otro origen…

Terapia de Pareja

La terapia es un método eficaz de búsqueda de soluciones cuando se observa malestar e insatisfacción en la relación de pareja. La rutina, el cansancio, la falta de tiempo para la relación, los problemas extraconyugales, pueden provocar desencuentros que antes no existían, una erosión constante que primero se convierte en frialdad y que puede llegar hasta el punto de cuestionarse la continuidad de la relación.

Elementos que suelen provocar el desencuentro:

  • Dificultades en la comunicación: las discusiones y disputas frecuentes donde resulta difícil encontrar el consenso, suelen ser causa de atasco en la relación. A menudo cuesta ceder y la relación entra en un pulso para defender su posición o para no sentir que es la otra persona la que siempre “vence”.
  • Cambio o estancamiento en algunas etapas del ciclo vital: A menudo la llegada de los hijos provoca un distanciamiento entre la pareja y una dificultad de acompasar ritmos y necesidades familiares e individuales. Así mismo, el crecimiento de los hijos y su independencia, puede suponer una situación de crisis. La función parental, que había sido su objetivo principal, es desplazada, y el reencuentro en la diada puede resultar complicado.

También es posible encontrar parejas donde se han dado  crecimientos distintos, y uno de ellos puede sentir que su pareja se ha quedado estancada, que no progresa, que le resulta difícil compartir proyectos de futuro.

  • Discrepancias en el cuidado de los hijos, que en muchas ocasiones se observa en la desautorización que uno de los cónyuges recibe como invalidación parental. Las alianzas y coaliciones entre un progenitor y alguno de los descendientes puede constituir un gran sufrimiento y estancamiento familiar.
  • Dificultades con la familia extensa provocada generalmente por una mala diferenciación de uno de los miembros para con su familia de origen. La pareja no tiene los límites de su relación claros, existen sensaciones de intromisión excesiva o dependencia para la toma de decisiones.
  • Vivencias de Infidelidad, como uno de los momentos más difíciles y traumáticos vividos por algunas parejas. La sensación de pérdida, de abandono y desilusión se agudizan. La desconfianza se asienta tras una experiencia de estas características y desnivela la relación de manera profunda.
  • Dificultades en la relación sexual: la expresión de la erótica y de la forma de amarse en una pareja constituye un elemento central de comunicación y encuentro. En muchas ocasiones esta falta de acoplamiento o de sintonía provoca un gran malestar en la relación. Las dificultades del día a día se trasladan a este momento y son fiel reflejo y un buen “avisador” de que algo puede no estar marchando adecuadamente.
  • Rupturas, divorcios y postseparación: A veces resulta difícil finalizar una relación; muchos pueden ser los motivos, pero siempre hay unos efectos emocionales que pueden resultar devastadores durante años, no sólo en la vida de los miembros de la pareja, sino sobre el desarrollo de su descendencia.

El proceso terapéutico permite el encuentro con un profesional que guía y facilita el diálogo entre los miembros de la pareja a fin de mejorar las dificultades comunicacionales, brinda un espacio de encuentro y un contexto neutral para encontrar nuevas vías de solución y diálogo.

Las sesiones permiten también la escucha y la expresión de emociones que no son capaces de exponer en su ambiente cotidiano.

La presencia y las intervenciones profesionales del terapeuta atenúan el tono de la discusión y facilitan el diálogo.

El terapeuta acompaña, facilita la visualización, señala o aconseja en ese espacio de interacción creado en la sesión.

Terapia Familiar

Actualmente nos encontramos con muchos tipos de familias, no solamente la tradicional familia nuclear. Todas ellas tienen en común la función de cuidado y de apoyo emocional como base del desarrollo de sus miembros.

La Terapia de Familia cuenta con una dilatada práctica clínica y está especialmente indicada para  salir de ciertos estancamientos en momentos donde se requiere un cambio o una adaptación.

  • Dificultades en el desarrollo del ciclo vital familiar: La familia es una entidad dinámica que va cambiando su estructura, sus necesidades y su funcionamiento a lo largo de su historia, y no siempre todas las personas que la forman saben adaptarse adecuadamente a dichos cambios. Adaptarse a las nuevas necesidades que implica la llegada de la descendencia, las dificultades con adolescentes, la etapa de independencia de las nuevas generaciones,…puede afectar de forma significativa a alguno de sus miembros.
  • Habilidades parentales: En muchas ocasiones la familia se encuentra con cierta dificultad para la crianza. El trabajo y las responsabilidades sociales, intelectuales o personales suelen dificultar la plena conciliación con la vida familiar y los requerimientos que ésta implica.
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  • En otras ocasiones, el cuidado y la crianza se ha delegado a abuelos y abuelas, quienes realizan una labor casi sustitutiva de los progenitores y que en ocasiones enfrenta modelos de educación y cuidado entre generaciones.
  • Experiencias traumáticas, pérdidas y duelos: la vivencia por accidentes o situaciones de gran impacto emocional puede provocar un estancamiento ante el dolor no superado.
  • Existen familias que viven y trasladan a las nuevas generaciones un duelo no resuelto, con una disposición anímica negativa, y una vulnerabilidad encubierta ante el exterior.
  • Otras situaciones: las segundas nupcias, las parejas que constituyen familia en acogimiento o adopción, o aquéllas que pasan por procesos largos de fertilización, atraviesan situaciones y vivencias peculiares. Sus procesos son distintos, sufren situaciones muy específicas que determinan la manera de sentirse familia internamente y hacia el exterior.
  • En muchas ocasiones el sufrimiento de no ser aceptados, de formar parte de una identidad nueva o de ver expuestos aspectos de su intimidad, hacen difícil la vivencia.
  • Contextos de adicción: Con frecuencia el alcohol y las drogas forman parte de algunas personas. Las consecuencias emocionales que una adicción conlleva dentro del entorno familiar son traumáticas. La dificultad para que la vida familiar no gire en torno a los consumos o los cambios de humor es una tarea delicada.
  • Las drogas afectan a la economía familiar, la organización de sus miembros, los tiempos y espacios que pueden ser compartidos, las embarazosas relaciones sociales e interpersonales. En definitiva, las drogas comprometen la vida familiar desde lo más profundo y su recuperación supone una fatigosa labor.
  • Contextos de violencia: La vulnerabilidad de todos los miembros de la familia con la agresión física o psíquica es innegable. Desde las situaciones más alarmantes por peligrosas al juego silencioso de control económico, de amigos y relaciones, escabrosas proposiciones sexuales…, conforman un duro golpe a la autoestima de la familia con consecuencias psicológicas de gran calado.

La Terapia Familiar permite una mirada más amplia del origen de los problemas y facilita que la persona que es identificada como problemática o enferma aparezca dentro de un contexto que evite los juicios y facilite la resolución de los conflictos. La Terapia de Familia atiende a las situaciones personales que cada individuo presenta y que están influyendo o interfiriendo en la armonía familiar. De este modo, podemos trabajar tanto con la familia como unidad como con el individuo concreto y ayudar a que consigan una mejor relación entre todos.

Terapia en adicciones

La adicción a diferentes sustancias (alcohol, cannabis, cocaína…) y las llamadas “adicciones no químicas” (internet, trabajo, juego…) son un problema que afecta profundamente al desarrollo y funcionamiento tanto de la persona que lo padece como de la familia a la que pertenece. Los cambios de ánimo, la irritabilidad, los gastos económicos, la alteración en el desempeño personal, familiar, social y laboral, etc. generan un sinfín de malestares que pueden llegar incluso a destruir a la persona y su entorno.

         Adicción a sustancias

La adicción a sustancias es una enfermedad progresiva y crónica en la que pueden intervenir factores genéticos, psicosociales y ambientales que influyen en su desarrollo y manifestaciones.

Drogas como el alcohol, el cannabis o la cocaína, ya instaladas en nuestra sociedad,  se van uniendo otras sustancias, “de síntesis” (speed, ketamina, MDMA, krokodile, popper, GHB…). La edad, el género o la pertenencia sociocultural son factores que hay que tener en cuenta a la hora de elaborar unos objetivos personalizados de tratamiento.

El trabajo con el individuo, su familia y las personas de su entorno es fundamental para superar dicha adicción. Al incluir a la familia en la terapia contamos con una inestimable ayuda que nos permite abordar los problemas tanto individuales como familiares desde una perspectiva más completa, lo que facilita la solución de esta situación. Las sesiones de terapia se convierten también en un espacio donde abordar los diferentes conflictos que aquejan a la familia y que, directa o indirectamente, tienen influencia sobre el motivo original de consulta que es la adicción.

Nuestro modo de trabajo incluye una primera fase de desintoxicación, seguida de la fase de deshabituación en la cual trabajamos tanto de manera individual y familiar como grupal. Así, todos los miembros de la familia implicados en la terapia conocerán mejor esta enfermedad, lo que les permitirá afrontar las diferentes etapas y factores de riesgo por los que atravesarán en el proceso terapéutico para una completa recuperación. Asimismo, tratamos los posibles trastornos de salud mental que puedan estar influyendo en la aparición y/o mantenimiento de la adicción.

La recogida de muestras de orina semanales, una o dos según la sustancia, es otra herramienta de gran valor a la hora de evaluar la abstinencia del paciente.

Este proceso terapéutico incluye también, en caso necesario, la prescripción de fármacos, tanto en la fase de desintoxicación como en la posterior deshabituación. Dada nuestra experiencia en el campo de las adicciones, conocemos la importancia de atender también esta faceta del tratamiento y cómo facilita y acorta la recuperación.

         Adicciones no químicas

Cada vez hay más personas que son conscientes del uso abusivo que hacen del móvil, internet, compras, relación con el trabajo o el juego, el trabajo, Estas adicciones también producen un profundo sufrimiento en la persona que las padece y en su entorno.

Estas dependencias suponen un abuso del uso cotidiano de las nuevas tecnologías o de algo tan habitual como hacer unas compras, tan rutinario como lo laboral y tan corriente como usar el móvil.

La diferencia de estas dependencias con respecto a las químicas radica en el abuso de una conducta corriente, usual y no tóxica. Por tanto, el tratamiento cambia en el mismo momento en que es imposible suprimirlas para siempre, como en el caso de las sustancias adictivas, sino que la persona tiene que realizar un verdadero esfuerzo para aprender a controlar algo que es inevitable realizar en su justa medida.

El llamado Sindrome FoMo (Fear of Missing Out, o miedo a perderse algo – exclusión en la red), el Sindrome de la vibración fantasma (chequeo constante del WhatsApp) o la proliferación de las páginas de apuestas que invisibilizan la ludopatía, son alguno de los ejemplos.

En ocasiones, al no provocar unas consecuencias tan evidentes sobre la salud física como ocurre con las adicciones químicas, se les resta importancia por parte de la persona que las padece o su entorno. Sin embargo, estas conductas abusivas resultan más alarmantes cada día porque comienzan a darse en edades muy tempranas y porque afectan a un número cada vez mayor de personas.

Estas dependencias no están estigmatizadas hacia un solo colectivo, pero sí llegan a suponer una marginación del entorno social y cierta invalidez a la hora de enfrentarse a desafíos cotidianos: buscar pareja, amistades, sexo…

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